jueves, 23 de febrero de 2012

MICRORRELATO

       La gente entraba y salía una  y otra vez, como animales  irracionales, divirtiéndose, diciendo estupideces, que al día siguiente se arrepentirían, si es que se acordaban de algo. Y allí me encontraba yo, medio tirado en mitad de la calle viéndoles a todos, criticándolos por comportarme igual que ellos. Debería de haberme ido para casa hace bastante tiempo, pero es que, por muy malo que ahora mismo viera el panorama, las ganas de diversión me subían por todo el cuerpo como si lo llevara en las venas.  Y a aquel hombre, todavía recuerdo sus palabras, y lo que ellas significaban: “diviértete, no pienses en nada, olvida tus problemas y únete a la fiesta “. Aquel hombre al que no conocía y nada debía, pero al que le hice caso, y me metió en el ambiente de la noche, haciéndome olvidar todos mis problemas, y ahora en estos momentos, en el que ya no puedo ni con mi alma, a pesar de todo, me cuesta el hecho de pensar en irme a mi casa, y volver a enfrentarme a los problemas de la vida diaria. Esto me daba un miedo aterrador y me mantenía para seguir ahí, donde estaba la buena vida, perderme con toda esa loca gente y no pensar en nada, y no tener que sufrir y luchar por nada, ni tener que esforzarme más. Solo quería volverme a perder entre la gente y dejarme llevar por el ambiente del alcohol y la música.  Entonces descubrí lo fácil que era perderse en la noche y lo difícil que era salir de ella y continuar viviendo.
                                                                                                                                                             :)

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